Sin embargo, unos documentos adquiridos por el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, a través de la Ley de Libertad de Información, confirmaron la existencia de la mítica zona.
Esto llevó a la propia Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés) a reconocerla el pasado 16 de agosto; pero este es apenas el comienzo de una intrincada historia de operaciones militares.
Los documentos no hablan de Ovnis, ni extraterrestres. Se trata, en realidad, de una sede del gobierno norteamericano utilizada para realizar pruebas de proyectos ultra secretos de aeronaves altamente especializadas, particularmente utilizadas para el espionaje.
La historia comienza en 1955 cuando miembros de la CIA sobrevolaban el territorio norteamericano en la búsqueda de una zona segura para probar un prototipo de avión espía llamado U-2. Este artefacto se usó en la guerra fría para espiar a la Unión Soviética y aún opera en las fuerzas norteamericanas.
Tras el reconocimiento de la zona que se conocería como Área 51, el entonces presidente Eisenhower aprobó el proyecto y la base empezó a operar a mediados de ese año.
¿Qué hacían?
En los más de 60 documentos desclasificados por el Archivo de Seguridad Nacional se habla de la existencia de diferentes proyectos enfocados en “probar la capacidad de reconocimiento de las aeronaves ahí desplegadas y su capacidad para evadir la detección por radar”.
Entre estas pruebas “sigilo” se llevaron a cabo las de los aviones F-117 utilizados por primera vez en 1989 en la operación que consiguió el derrocamiento del exlíder panameño Manuel Noriega.
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